Por Alejandro Rofman
Es bien conocida la trayectoria de la Asociación Madres de Plaza de Mayo en la Argentina. Actualicemos, brevemente, su historia. A mediados del año 1977–hace una década–en plena Dictadura Militar en la Argentina, un grupo de madres de jóvenes desaparecidos por los represores de dicha Dictadura, comenzaron a reclamar de viva voz que se conozca donde estaban y se los reintegre a la sociedad. Eran militantes políticos y sociales capturados por miembros de las Fuerzas Armadas en la larga noche de la sangrienta represión de la Dictadura, de quienes no se conocía si estaban vivos y en dónde se los mantenía apresados. El escenario del reclamo era la Plaza de Mayo, enfrente del Palacio presidencial, en la ciudad de Buenos Aires. Una vez a la semana, todos los jueves, un grupo de madres comenzó ese reclamo, desafiando el poder dictatorial y exponiéndose a ser detenidas y también desaparecidas, como ocurrió con dos de sus fundadoras.
La ronda semanal de las Madres se fue nutriendo de muchas más mujeres, en el tiempo, y en los seis años que mediaron entre el inicio del reclamo, nunca satisfecho, y el restablecimiento de la Democracia, a fines de 1983, constituyó el ejemplo de una experiencia tenaz y muy valiosa para demostrar el perfil de una Dictadura sanguinaria y violadora de los más elementales principios de la dignidad humana. Esa experiencia, que no contenía ningún grito ni expresión agresiva se convirtió en la voz silenciosa pero permanente de la denuncia del régimen militar.
En democracia, el reclamo se transformó. Además de exigir la restitución con vida de decenas de miles de detenidos-desaparecidos se exigió, por medio de la reunión semanal y otras expresiones, el juicio y castigo a los culpables de la tortura, las desapariciones y los crímenes de lesa humanidad.
Hacia principios de esta década, una nueva forma de insistir por los mismos ideales de justicia para todos que defendieron sus hijos, surgió en el seno de las Madres. Decidieron, primero, instalar una Universidad Popular, para formar graduados imbuídos de la necesidad de afirmar, en toda circunstancia, la vigencia plena de los Derechos Humanos consagrados por las Naciones Unidas. Esta Universidad, en el año 2006, fue reconocida oficialmente por el gobierno nacional y hoy gradúa especialistas en muy diversas disciplinas, con programas estrechamente vinculados a los principios que siempre defendieron y defienden las Madres. Ese mismo año, el Estado nacional les concedió permiso para instalar una emisora radial, que emite en forma abierta en AM. Y este año, la Asociación, que siguió peleando activamente por el juzgamiento de todos los responsables del genocidio de la Dictadura, agregó una nueva dimensión a su valiosa tarea: la de cooperar con sectores populares en la transformación de su habitat urbano. Obtuvieron, así, en un concurso público, el derecho a construir un conjunto de viviendas para habitantes de tugurios y barrios de residencias precarias, en una zona degradada de la ciudad de Buenos Aires. Se organizaron en forma solidaria con los mismos habitantes del barrio, los entrenaron en la actividad de la construcción y, con ellos, y el asesoramiento de especialistas de la Universidad, están construyendo 432 viviendas, a mucho menor costo que el requerido por las empresas tradicionales y con plena participación de sus futuros moradores, agrupados en una cooperativa de trabajo. Ahora, a fines del año 2007, ya han obtenido otros contratos por un total de 1.500 casas unifamiliares, con proyectos que incluyen escuelas, guarderías infantiles y centros de recreación y deporte. Los acuerdos con el gobierno nacional y el de la ciudad de Buenos Aries incorporan la capacitación de los vecinos de los barrios precarios para la construcción de las viviendas, lo que les permite que sus futuros moradores discutan y decidan sobre el perfil del habitat y reciban una remuneración acorde con su esfuerzo laboral.
El programa altamente participativo, sin fines de lucro–que no explota fuerza de trabajo como la autoconstrucción asistida tradicional–tiene excelentes perspectivas para los años por venir. El proyecto global más importante supone construir mediante esta metodología cooperativa y solidaria no menos de 5.000 viviendas con su correspondiente equipamiento en toda la zona más relegada socialmente de la ciudad de Buenos Aires.
Este esfuerzo asociativo se constituye en el jalón más reciente de un proceso de transformación de la Asociación Madres de Plaza de Mayo–que dirige Hebe de Bonafini–de una institución de perfil político de reclamo por la vida a una organización social que construye otra sociedad urbana. Es, entonces, una demostración de la capacidad de realización de los sectores populares cuando se plantean transitar un camino diferente al de la acumulación capitalista en el objetivo de proveerse de un bien público indispensable: el habitat popular.
Alejandro Rofman es profesor honorario, Universidad de Buenos Aires, Argentina.